La remodelación del Café-Concierto «El Molino» ha sido más que un proyecto arquitectónico. Se han generado vínculos con los teatros vecinos, el barrio y la ciudad, así como con la historia del Paral·lel. Esto ha llevado a acciones más allá de la rehabilitación de la sala. Con el objetivo de activar la zona desde diferentes perspectivas, se creó la Fundación El Molino para promover la cultura, el comercio y el urbanismo. Se busca la participación organizada para la recuperación del Paral·lel.
Durante los once años de trabajo, se han redactado numerosos anteproyectos con diferentes programas vinculados al espectáculo. La adaptación a las normativas y exigencias técnicas ha sido difícil debido al tamaño reducido del edificio. El crecimiento principal se ha dado en altura, reconstruyendo el skyline del Paral·lel y ocupando las medianeras vecinas.
La fachada del Molino se presenta como un collage urbano que simboliza la historia del proceso, destacando el icónico molino con las aspas iluminadas y en movimiento. La nueva volumetría se sitúa seis metros atrás de la fachada principal, creando un telón de fondo urbano que realza la fachada histórica.
La estructura del nuevo edificio permite liberar de pilares la totalidad de la superficie de la platea, utilizando jácenas de hormigón y tirantes metálicos. El proyecto se centra en la gestión de los espacios entre las fachadas, como una terraza que ofrece vistas al Paral·lel y a la escena, y una nueva fachada de lamas ondulantes que se refleja en el interior del café-concierto.
Destaca una «lengua» roja y ondulada en el interior de la sala, que se extiende hasta la cubierta y establece una relación inusual con el exterior. Esta forma contribuye a la buena acústica y ofrece una atmósfera teatral. El interiorismo ha sido realizado por Fernando Salas de Salas Estudio, priorizando la luz y la atmósfera teatral.